Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me incliné sobre ella y recorrí la piel de su vientre con la yema del dedo. Bea dejó caer los párpados, los ojos y me sonrió, segura y fuerte. -Hazme lo que quieras ... -susurró. Tenía diecisiete años y la vida en los labios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario